FÓRMULA UNO EN MADRID
Siempre he dicho que montar en taxi en Madrid a veces se parece a jugar a la ruleta rusa. Te puede tocar un taxista profesional que conduzca como está mandado o un taxista de esos locos que parecen más bien conductores suicidas sueltos por las calles atestadas de coches.
Si te toca uno de los primeros, has sido afortunado. Si te toca uno del segundo grupo, empieza a rezar o a hacer lo que se te ocurra. Puedes llegar bien a tu destino (con un poco de suerte, sólo tendrás que soportar voces del tipejo, tragar el humo de su cigarrillo, agarrarte fuerte al dar alguna curva y contener la respiración en algún raro adelantamiento o pasando un semáforo en rojo) o puedes encontrarte con algún otro percance.
Todavía me acuerdo cuando el año pasado quedamos en verano para salir en Madrid y cogimos uno desde Reina Victoria hasta Avenida de Brasil. Es un trayecto relativamente corto, pero nos montamos en un auténtico bólido que nos llevó en más o menos 1 minuto. Eso sí, el taxista no esperó ni uno de los semáforos que estaban en rojo. Menos mal que eran las 3 de la mañana y no había demasiado tráfico. Si no, lo mismo ni lo contamos.
Estas situaciones no deberían darse. Es necesario controlar a estos profesionales en los que confiamos para llevarnos de un sitio a otro por una más que aceptable suma de dinero. Pagando lo que pagamos, como mínimo deberíamos ir tranquilos y seguros.
Anoche, una chica que viajaba en un taxi en Madrid perdió la vida en un accidente en la calle Goya. Fue a las 3.45 de la mañana. Con esto no quiero decir que la culpa fuese del taxista; todavía se está investigando. Sólo pretendo hacerme eco de lo que es una realidad en Madrid. A veces las calles de la ciudad se convierten en un auténtico circuito de Fórmula Uno.
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